martes, 28 de abril de 2009

Un poco de derechos de autor

Hoy he leído un articulo muy interesante de Cory Doctorow, un novelista canadiense que habla de cómo los derechos de autor deberían cambiar para ajustarse a la tecnología.

Este hombre comienza en su conferencia, plasmada en un artículo (ciertamente bastante largo), hablando de la evolución de los derechos de autor, desde la época de los editores de partituras y los fonogramas, en la que los que “mandaban” eran los compositores, en los que había que gastarse una fortuna para que te permitiesen poner su melodía en esas máquinas, y se reservaban el derecho a negarse, hasta la época actual, en la que se puede poner cualquier música sin que las creadores tengan derecho de negación, aunque van llevándose unos cánones que luego se repartirán (como pasa en España con la SGAE).

En la época en lo que esto se aprobó, la industria no podía creerse que fuera legal el oír música o ver una película sin pagar por la entrada, ya que, obviamente, perdían parte de sus ingresos. Hasta ahí todo iba más o menos bien, ya que el video, la fotocopiadora o la gramola eran vistas por los legisladores como algo positivo, no como un defecto, hasta que llegó Internet. Desgraciadamente, ahí vieron algo más peligroso de lo que es, y crearon leyes que condenan el intercambio de archivos. Pese a que estas leyes no han conseguido que las películas o canciones circulen libremente por la Red, lo que si que han cambiado es que la industria tenga vetadas ciertas cosas por sus derechos, que en todo caso parece que son contrarios a los nuestros.

A partir de aquí, todo son trabas e incluso espionaje, para ver quien y cuando están cometiendo “delitos” contra la propiedad intelectual, pero que en la mayoría de los casos no son tales. Las leyes permiten que grandes avances tecnológicos no puedan ser conocidos por el gran público porque alguna agencia pro derechos de autor amenace con denuncias a los creadores por considerar que se vulneran sus derechos.

Es interesante lo que dice Doctorow sobre la biblioteca musical que se creo con Napster, un gran avance cultural, recogiendo canciones que ya no se podrían conseguir de un modo legal. Por suerte, tras la desaparición por pleitos de Napster, se crearon nuevas plataformas de intercambio que se basaron en este para volver a utilizar la biblioteca. Y qué hizo la OMPI, pues intentar hacer desaparecer esta biblioteca en lugar de pensar en los intereses de la gente, que se supone que es para lo que trabajan, y crear una ley para Internet como la que regula las radios.

Por eso Doctorow cree en las Creative Commons, que permiten a los creadores afirmar Internet como una solución, como él hizo con su novela, la cual se ha convertido en un éxito gracias a su distribución gratuita por la Red. Este es el primer paso de un mundo mejor.

Aquí os dejo un post de Gary Doctorow (en inglés) sobre su opinión acerca de las "distracciones" de Internet:
http://www.locusmag.com/Features/2009/01/cory-doctorow-writing-in-age-of.html

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